La Cuenca Amanalco – Valle de Bravo provee el 40% del agua del Sistema Cutzamala, mismo que brinda más de la quinta parte del agua consumida en el Distrito Federal.

 

Además, los recursos naturales que alberga la cuenca, entre los que están, 35,444 has de bosques de oyamel, pino, pino-encino y otros; casi 18,000 has agrícolas, 5,300 has de pastizal y 1,770 has de cuerpos superficiales de agua, proveen los medios de subsistencia de 53 ejidos y comunidades rurales de alta marginación.

 

La belleza escénica de la cuenca, encabezada por la presa y sus alrededores ofrece un atractivo turístico que durante los últimos 70 años ha convocado regularmente a visitantes de todo el país.

 

En los últimos 30 años el deterioro ambiental se ha hecho evidente a la par del deterioro de los medios de vida de las familias campesinas que habitan la cuenca. Esto ha sido a causa de factores como el crecimiento desorganizado de las aglomeraciones humanas que producen basura, aguas residuales y otros tipos de contaminación mal manejada, el aumento de la demanda de carreteras y terrenos para urbanizar, los obstáculos al aprovechamiento forestal sustentable, el uso de prácticas agrícolas con alto impacto ambiental, la poca creación de capacidades técnicas y oportunidades de desarrollo, la debilidad de la gobernanza local y las políticas públicas contradictorias que debilitan el capital social y natural. Todo esto ha traído consigo degradación de los ecosistemas forestales, de los suelos agrícolas de los cuerpos de agua, pero sobre todo degradación de las funciones ecosistémicas de la cuenca.